Con un once lleno de asteriscos. Con bajas sensibles, sin apenas revulsivos en el banquillo. Carlo Ancelotti salía con lo puesto al Benito Villamarín. Pero es que lo puesto en el Madrid significa Rodrygo, Modric, Kroos, Belligham, Brahim. Sin referencia y buscando mucho el dinamismo y la llegada en segunda línea de Jude. Con ese idilio con el gol que está demostrando a lo largo de estos primeros meses de blanco.
La visita al coliseo bético tenía un componente especial para Isco, que se veía las caras con su exequipo. Cinco Champions nada más y nada menos de blanco. El malagueño abanderaba a un Betis que llegaba a la cita acumulando 10 partidos sin perder. Y con solo seis tantos encajados en esos últimos 10 encuentros. En la sala de máquinas bética, por cierto, dos ex del Barça como Sergi Altimira (solo había jugados dos minutos tras el 5-0 en Montjuïc) y Marc Roca.
En ese tramo final, no terminaba de cuajar el ataque blanco. Pero era consciente el Betis de que necesitaba media su rival. Isco se echaba a su equipo a las espaldas y generaba peligro sin parar. De hecho, el andaluz tenía la mejor con un cabezazo al palo tras un centro medido de Luiz Henrique, pero ese remate a la cruceta quedo allí y el Real Madrid sale con un punto que de merecerlo dentro del juego, termino sintiendose como un gran resultado.
