El Bayer Leverkusen, con un jugador menos durante más de una hora, resistió ante el Stuttgart y aprovechó su oportunidad en el tramo final para, con un gol del checo Patrik Schick, sobrevivir y vencer en los penaltis para lograr la Supercopa de Alemania que une a la bundesliga y la Copa que amarró en el curso pasado.
Algo tiene el Bayer Leverkusen que se mantiene de pie a pesar de los contratiempos. Tal y como sucedió tantas y tantas veces en la campaña anterior, cuando resistió y remontó en los tramos finales unos cuantos partidos en los que logró puntos importantes, aguantó hasta el final ante el Stuttgart que perdonó por momentos y tuvo el encuentro ganado, con un jugador más y que se desmoronó al final, cuando el conjunto de Xabi Alonso tiró de épica y puso en entredicho el estado físico al final del conjunto de Sebastian Hoeness.
Porque el partido fue un vaivén permanente. Lo encarriló el campeón, los agarró después el Stuttgart y se quedó sin dueño al final, en el tramo decisivo, que aprovechó el Leverkusen para lograr un empate casi imposible, sin tiempo, gracias al checo Patrick Schick a pase de Alex Grimaldo.