El Manchester City cerró el círculo, completó una temporada inigualable en el fútbol inglés con la conquista del Mundial de Clubes, el quinto éxito que logra en la temporada tras vencer sin contratiempos por 4-0 al Fluminense, que no pudo romper el maleficio que persigue al fútbol sudamericano en esta competición ni el encuentro del español Pep Guardiola con la historia.
El primer entrenador en conseguir cuatro títulos del Mundial de Clubes, además con tres equipos diferentes -dos con el Barcelona, uno con el Bayern Múnich y este con el Manchester City-, ha llevado al City a unos logros impensables no hace mucho. El Mundial de Clubes redondea un año espectacular que se une a las conquistas de la Premier, la Copa de Inglaterra, la Liga de Campeones y la Supercopa de Europa. Solo se le resistió la Supercopa Inglesa -Community Shield- que le arrebató el Arsenal en la tanda de penaltis.
No ha dejado ningún otro cabo suelto el Manchester City este año, a un paso del legendario sextete, que agiganta el currículo de Guardiola, ya con 37 títulos en su mochila, y subraya el poder en los últimos tiempos del campeón inglés.
Y es que en una de las primeras jugadas del duelo el City abrió el marcador. En el minuto inicial. Se suicidó el Fluminense, al que le condenaron sus propios errores. Marcelo tuvo uno de bulto, tras un saque de banda, un pelotazo suyo sin sentido, a tierra de nadie, donde estaba Nathan Ake, que avanzó unos metros y desde muy lejos ejecutó un disparo que repelió el palo. Ahí estaba Julián Álvarez, que, con el pecho, batió a Fabio. Solo habían transcurrido cuarenta segundos. Fue el gol más rápido en una final de un Mundial de Clubes.